Después de la desilusión de hace unos días al enterarme que Condoleza Rice toca estupendamente el piano y que encima sus padres le pusieron el nombre por la expresión musical con dolcesa, la vida hoy me ha devuelto la fe en la música.
Paseando por Roma antes de la cena de repente un cartel invitando a una exposición original y gratuita sobre Pavarotti. La curiosidad me hace entrar y de golpe aparezco en una sala rectangular enorme con miles de pantallas de televisión y fotografias de Pavarotti, tb algunos de sus trajes de opera, todo en la misma sala pero lo que de verdad había era su música maravillosa. Y allí en mitad de la bulliciosa Roma casi 100 personas sin respirar, apoyadas en las paredes, sentadas en el suelo, todas en silencio que parecería que no había nadie en la sala. Todas sumergidas en la voz del maestro. Chinos, italianos, españoles, erasmus, novios, solitarios, ejecutivos y poetas. Todos por un instante sintiendo que entre todos más que diferencias hay unión. La música que une al mundo.
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