Existe una enfermedad profesional que no figura en los libros.
Es la sordera de los ejecutivos y los políticos. He visto mentes brillantes de menos de 40 años plantarse en su evolución y decidir que a partir de ese momento saben tanto y son tan buenos que ya nada de lo que les diga nadie les va a importar.
Sólo hablan ellos. Hablan mucho y bien, con ideas fascinantes y bien expuestas. Son verdaderamente buenos. Uno piensa que cuando uno habla es para los que le escuchan, en este caso no. Hablan para sí mismos, para darse el gusto de escucharse. Se gustan tanto que casi no pueden soportarlo, buscan público dispuesto a escucharles. De todas las formas posibles sea en el mundo real o ene e virtual. Es una pena.
Se imaginan como de buenos llegarían a ser con 50 años si en vez de sólo autocomplacerse siguieran escuchando? pero escuchando de verdad. Intentando comprender a los otros, con empatía.
Decía Jenny Moix en un
interesante aticulo el otro día que 4 puntos indispensables para la escucha empática. Para comprender.
1.- Cuidado con los consejos. (Quien no haya sufrido lo que yo que no me de consejos. Sofocles).
2.- Evitemos juzgar (Si de erdad llegasemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar. Andre Malraux).
3.- No relativicemos el problema de otro.
4.- Simplemente comprendamos. (En tu relación con cualquier persona, pierdes mucho su no te tomas el tiempo para comprenderla. Rob Goldston.)
El conocimiento del problema es el pricipio de la solución. Todos estamos expuestos a esta enfermedad de sordera egocentrica.
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