No es cierto que siempre haya que decir lo que se piensa. Hay cosas que no se deberían pensar y mucho menos decirlas. Decir algo es fortalecer ese pensamiento. Para que algo deje de existir dentro de nosotros hay que dejar de decirlo y hay que dejar de pensarlo. Si puede ser las dos cosas a la vez, mejor; sino primero una y luego la otra. Cuando uno dice y expresa sentimientos negativos, faltas de respeto o palabras llenas de odio y rencor hace que esos sentimientos crezcan en general en el que los dice, en el que es objeto de ellos y en los que los oímos sin ser parte directamente implicada. Cambiando en lenguaje ayudamos a cambiar el mundo.
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