En 1995 tuve la suerte de poder participar en la Cumbre Euromediterránea de Barcelona. Tanto en la Cumbre oficial de la mano de Paquita Sauquillo como en la anternativa. En 1995 hablar de temas como la inmigración era algo que preocupaba a muy poca gente. Sin embargo ya hubo dirigentes, encabezados por Felipe Gonzalez y Javier Solana que vieron que para el desarrollo de Europa iba a ser imprescindible que hubiera desarrollo en la parte sur de mediterraneo. Fueron unos días muy enriquecedores, hablando con representantes de todos los países, de los germenes de asosciaciones o sindicatos en distintos países. Comprendiendo lo que nos une este mar tan nuestro. Ahora Nicolas Sarkozy ha retomado el impulso mezclando las ideas de allí pero intentando sacarlo de la estructura de la Unión. Por suerte se ha deicidido mantenerlo dentro de las europeas, pero se ha resaltado la necesidad de darle un impulso. Lo complicado es que este proyecto, como tantos otros debe ser componente de una política exterior comunicaria común a todos los miembros. Si falta esa base falta la coherencia. Y buenas iniciativas, como esta y como la del 95, pueden quedarse cumplir las espectativas, que son muchas.
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