Una de las muchas cosas buenas de viajar es algo que sólo he descubierto recientemente. Es el hecho de que durante todo el viaje no puedas recibir llamadas ni leer o contestar emails. Es más ni siquiera puedes moverte de tu asiento. Eso abre un mundo de posibilidades maravillosas para las que la vida corriente no te permite sacar tiempo. Leer todas esas cosas que se te van acumulando y que vas dejando para otro día. Papeles o libros que te interesan pero que siempre pasan a un segundo nivel de prioridad cuando aparecen cosas más urgentes. Un viaje de 20 horas hasta San Francisco, parando en Chicago desde donde escribo ahora mismo, sirve para dar por fin salida a todas esas cosas interesantes pero no urgentes.
Una de ellas es el otra vez excelente último numero de la revista
Tiempo de Paz y que espero me sirva de excusa para esa llamada también siempre pendiente a mi querida “madrina” Paquita Sauquillo. La llamaré con la excusa de felicitarla por el excelente estudio, que entre Enrique Baron, Jose María Gil Robles,
Elena Valenciano y Ana Terrón han realizado. Se titula “El Rescate Constitucional: El Tratado de Lisboa”. Y aunque ya haya escrito algunos post sobre este tema no quiero dejar de repetir aquí algún párrafo que en la revista explica con mucho más rigor ideas que a mí se me amontonaban desordenadas en la cabeza:
Dice así: “representa muchas ventajas: la explicitación del modelo político europeo, la vigencia jurídica de la Carta de Derechos Humanos, la delimitación de competencias, la interacción de los Parlamentos Nacionales en el control del principio de subsidiaridad, una reforma institucional que aporta democracia, eficacia y transparencia, el reconocimiento de al democracia participativa, la comunicación del espacio de libertad, seguridad y justicia, principios para reforzar la acción exterior europea.”
El Tratado ha sido un paso importante, pero como plantea Carlos Carnero en la revista, conviene no perder el objetivo, desarrollarlo al máximo y mantener firme el horizonte de una Constitución Europea que nos permita culminar una unión política que garantice una Europa de los ciudadanos. Primero dos reflexiones de suma importancia. La Constitución Europea se vino abajo tras la ratificación de 20 Estados y el resultado negativo en solo dos referendums. Es decir 2 en contra sobre 22. Destacable el hecho de que aun considerando solo los países que convocaron referendums el sí ganó al no en el cómputo total. La pregunta salta a la vista. Si es una constitución para todos los ciudadanos europeos porqué no se iba a convocar un referéndum para toda Europa. Qué hubiera pasado si la Constitución Española se hubiera intentado ratificar con referendums separados en cada comunidad Autónoma.
En la parte de la melancolía, por supuesto, recordar las cosas que se han quedado por el camino en este Tratado de lo posible, más transparencia, más social, más participativa. La historia nunca vuelve atrás pero da vergüenza recordar a todos los que votaron “no” en nombre de una Europa más progresista y dieron alas a que ahora tengamos la Europa de lo que podemos en vez de de lo que queremos.
Aún nos queda camino por andar.
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