Hablar en público correctamente no es un don. Evidentemente toda persona tiene unas capacidades más desarrolladas que otras, sea las físicas o las intelectuales. No todos podemos ser campeones olímpicos pero todos podemos tener una forma física aceptable. No todos vamos a ser Obama pero todos podemos exponer nuestras ideas en público aceptablemente. En España no se enseña. No se valora. No se valora en el colegio, no se valora en la familia, no se valora ni se enseña, por supuesto en la universidad. Así llegamos a la vida profesional, en general, sin tener ninguna habilidad para expresas nuestras opiniones. El mundo es una red y tenemos que compartir ideas con mucha gente. Aunque no haya que dar discursos en frente de 2000 personas siempre tendremos que exponer nuestras ideas al jefe, al compañero, a un grupo de trabajo. Y ser convincente y claro. Lamentablemente en nuestro país la situación es cada vez peor. He visto a Consejeros Delegados incapaces de articular un discurso coherente. Mezclando ideas, sin inicio, ni final. Sin objetivo ni visión. En Estados Unidos, en cambio, la capacidad de comunicar es mucho mayor. La oratoria se valora, se potencia, se aprende. Y eso cuando te toca acudir a conferencias como la que estoy atendiendo estos días se agradece. Eso es sobretodo en el mundo empresarial. Sin embargo recuerdo también en Latinoamérica, donde viajé tanto cuando trabajaba en el Movimiento por la Paz, cualquier niño analfabeto era capaz de hilvanarte un discurso coherente que muchos universitarios españoles no podrían seguir. Existe una cultura de la conversación, de la historia, la narración, el cuento. Más allá de las onomatopeyas y las frases de estructuras simples que tanto nos gustan en España.
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