Ya son 5 o 6 veces las que he venido a los Estados Unidos. Y todas ellas, desde la primera a la última me llevo la primera impresión negativa nada más llegar. Por mis experiencias anteriores he visto mucha pobreza en mi vida, he visto hambre en el campo, marginación en la ciudad, he estado en las favelas en Latinoamérica y en los barrios conflictivos en España. Aún así, sigue sorprendiéndome el nivel de pobreza que hay en la primera economía del mundo. Nos son dos o tres, no es un barrio. Es una legión de gente viviendo en las calles, en la más absoluta marginalidad. Sobreviviendo en los portales. Son como fantasmas a los que prácticamente no sé ve. Y si te fijas son cientos. Hoy llovía en San Francisco. He entrado a tomar un café en una especie de cafetería-fast food. Los portales de toda la manzana estaban llenos de indigentes resguardándose de la lluvia, y en la cafetería en un descuido del encargado se han colado casi 20. Han cogido vasos medio llenos dejados por otros clientes y disimulaban como que eran suyos para evitar que les echaran. Dolía tanto… Mi madre, que tantas cosas me ha enseñado, me enseño una vez cuando era chico un párrafo con el que Hemingway empieza “Por quién doblan las campanas”, decía más o menos que lo que pasa en cualquier lugar me importa, y me afecta, que todos somos parte de la humanidad, y que todos somos parte de todo, por eso, decía el escritor, no has de preguntar a nadie por quién doblan las campanas. Doblan por ti.
No seré yo quien le quite ni un poquito del mérito al papel que han jugado los EEUU en el desarrollo del mundo y de unos valores que yo comparto. Sin embargo hay algo en el modelo económico que a mí no me compensa. La injusticia me duele y creo que hay formas de combatirla y de construir un mundo mejor y más equitativo. No sólo por los indigentes o la pobreza dentro de cada país desarrollado, sino por los miles que sufren al otro lado de nuestras fronteras. Muchos estamos dispuestos a dar parte de nuestro bienestar material a cambio de sentirnos mejor en un mundo del que podamos estar orgullosos. Para empezar pronto daremos nuestro voto.
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