Como mi hermana dice que tengo que proponer soluciones el otro día en el avión ( que es el unico lugar donde puedo pensar) se me ocurría que el IVA es un impuesto sobre el consumo. Claro en una situación de crisis de confianza como la actual se buscan medidas para reactivar el consumo mientras nuestro sistema fiscal lo grava. Algo que no tiene mucho sentido. En cambio hay unos costes ocultos que es las emisiones de CO2 que las empresas externalizan y no son gavados. Es verdad que Kioto y el mercado secundario de VERs (Verified Emission Reduction) traslada a los estados la responsabilidad de su control. Sin embargo un sistema de impuestos que castigara la ineficiencia energetica actuaría directamente sobre la cuenta de resultados de las empresas garantizando su alineamiento con los objetivos de reducción de emisiones que nos hemos impuesto. Decía Chris Hope, profesor en Cambridge, el otro día en Lisboa que una
tasa sobre el CO2 podría significar para el Reino Unido un incremento de sus ingresos tributarios del 10%. Añado que con esos ingresos podríamos reducir el IVA y favorecer el consumo.
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