Conocí a
Juan Villalonga cuando estaba en la cima del mundo. Eran los años dorados de la era Aznar, la situación económica era buena (sobretodo para algunos) y Juan Villalonga llevaba varios años haciendo crecer a Telefónica a niveles estratosfericos, creciendo de paso su poder y su cartera. Era la epoca del boom de las telecomuniaciones, donde aparecian empresas .com en cualquier lugar y donde Terra valía tanto como el BBVA. En esa epoca el comentario habitual entre los compañeros de Telefónica era; " sabes que no se quién se ha ido a no sé donde ganando no sé cuanto?".
Unos años antes, cuando entré en Telefónica era como un Ministerio de los años 50, había gente leyendo el periodico, gente que iba a la compra en horario laboral, desayunos de una hora, se vendían perfumes y pañuelos en los lavabos, y se hacia la manicura los viernes por la mañana en la mesa de algunas secretarias. Todo eso cambión con la llegada de JV. Llego con aire de empresario americano, arrasando con todo, quitó prevendas, despidió a mucha gente e inició un proceso de cambio cultural brutal de enfoque a resultados.
Dentro de dese cambio de organización decidieron contratar a una consultora para que buscara 100 jovenes de alto potencial de entre los casi 100.000 empleados que entonces tenía la empresa. El proceso fue muy divertido, entrevistas, test, juegos de rol, trabajos en grupo, todo siempre observado por especialsitas. Al final tuve la fortuna de ser uno de los elegidos.
Esto me permitió muchas cosas, acceso a cursos, promociones más rápidas y conocer a Juan Villalonga. Nos citó en repetidas ocasiones. Era una situación extraña, en una organización tan grande de golpe te veías desayunando con el jefe del jefe del jefe del jefe de tu jefe.
JV arrasaba, era pura energía, une visionario embaucador. Quería hacer cosas, cambiar cosas, tenía una visión muy clara rompedora y estaba dispuesto a llevarla a cabo. Cambió Telefonica de arriba abajo. Hay muchas cosas que por supuesto ni me gustaban ni me gustan de él. Sus valores éticos quedaron varias veces en evidencia y su megalomaría fue creciendo hasta creerse que podría con todo, incluso enfrentarse a Pedro J, incluso enfrentarse a Aznar.
Me quedo, sin embargo, con una anecdora bonita de cuando en una reunnión de directivos recomendó
"El Alquimista", salieron de allí todos los cachorros del IESE convencidos de que era un libro para hacer dinero. Ellos no entendían de magia. Juan sí, lo único que quizás no supo es como utilizarla.
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